Literatura

Si no podemos viajar a la velocidad de la luz

Autor

Astrid P. Rosas

Publicado el

Avión volando en el cielo con luna creciente

Si no podemos viajar a la velocidad de la luz: la entrada perfecta a la ciencia ficción coreana

Kim Cho Yeop es una escritora coreana que hizo su debut en 2017 y cuyos primeros dos libros ganaron premios importantes en su país de origen. Lo interesante de su perfil es que ella es científica, específicamente una química con maestría en Bioquímica, lo cual se puede notar en su escritura, pues eligió la ciencia ficción como su género predilecto. Ella usa su voz para llevarnos a futuros tanto idílicos como distópicos, pero siempre de la mano de la exposición de algún problema social con el que fácilmente los lectores alrededor del mundo podemos identificarnos.

Si no podemos viajar a la velocidad de la luz es su segundo libro y está compuesto por nueve cuentos capaces de mostrarnos los escenarios posibles en la carrera espacial, sus ventajas y desventajas.

Esta escritora es consciente de la gran segregación que rige en nuestra realidad. Sabe bien que hay minorías y hegemonías y no duda en construir ambientes en los que las diferencias determinan incluso los espacios que una persona puede o no ocupar –claro que esto pasa hoy en día en el mundo, pero ella nos muestra una perspectiva hiperbólica donde la biogenética ha modificado incluso la estructura social–. No obstante, los personajes que le dan vida a un mundo como ese no dudan en poner resistencia, incluso si tienen la posibilidad de vivir en un lugar perfecto y feliz, porque no les parece ético ignorar las injusticias que impactan en la vida de otros.

“¿Por qué no vuelven los peregrinos?” es uno de los cuentos incluidos en esta antología y, sin dudas, mi favorito. Escrito en género epistolar, el relato habla sobre un pueblo donde reina la felicidad, y donde al cumplir la mayoría de edad todos sus habitantes tienen que realizar un viaje espacial a un lugar que llaman el Origen, del cual regresaban solo unos cuantos. Nadie sabía dónde estaban los desaparecidos y el tema tampoco se hablaba: el ritual es aceptado sin miramiento alguno.

Daisy es la protagonista de esa historia. Es la única que cuestiona su privilegiada vida y llega hasta las últimas consecuencias para entender en dónde está posicionada. Ella representa esperanza en un lugar perfecto que deja de serlo cuando se contextualiza con la realidad de los otros. Ella representa esperanza en un lugar donde no se necesita y, con eso mente, decide marcharse a donde es justamente esperanza lo que hace falta.

Ahora bien, lo más increíble de este relato comienza cuando Daisy explica que lleva una lista con los nombres de quienes se van, para así tener claro quiénes son los que no volvieron. Desde Platón sabemos que nombrar las cosas hace visible su existencia. El pueblo “perfecto” donde se desarrolla la historia es sumamente violento al no nombrar: no nombra ni habla sobre lo que sucede en el Origen –esta realidad discriminada en la que el centro es de quienes son genéticamente perfectos y la periferia está destinada a los defectuosos, lo que implica, claro, condiciones de vida favorables para los primeros y ridículamente atroces para los segundos– y con ello hace que todos los menores de dieciocho años ignoren lo que sucede; no nombra tampoco a los que no volvieron y así obliga a todos a olvidar que alguna vez existieron; además, las preguntas no son comunes, no se habla más del viaje y eso parece indicar que no importa, que esa otra cara de la existencia no es real, aunque lo es.

Daisy escribe una carta con testimonio de todos sus descubrimientos, con la historia del pueblo y eso podría implicar el inicio del cambio. Al conocer la verdadera procedencia del pueblo y del Origen, probablemente más miembros decidan vivir de forma distinta, menos cómoda sin duda, pero quizá más ética. La carta representa un acto revolucionario porque contiene todo lo que no debería saberse para conservar esa suerte de régimen. Con memoria todo podría ser diferente.

Es memoria justamente el móvil del actuar de muchos de los personajes de esta antología, pero sin perder de vista la ciencia ficción, pues hay extraterrestres, naves espaciales, viajes sin retorno y traslados a otros planetas sumamente cotidianos, casi como viajar en autobús.

Este es un gran libro para adentrarse en la ciencia ficción coreana, sobre todo si eres fan de los relatos cortos.

Bibliografía:

Kim, C. Y. (2019). Si no podemos viajar a la velocidad de la luz (H. Joo Tard.). Planeta.

Digital Library of Korean Literature. (2019). Kim Choyoep. https://library.ltikorea.or.kr/writer/202072