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Lengua

Tres mecanismos para formar hipocorísticos en México

Autor

Astrid P. Rosas

Publicado el

Persona usando máquina de escribir

Los hipocorísticos son variedades de un nombre propio con cierta intención cariñosa, amistosa o familiar. Si bien muchos de ellos se obtienen a través de un fenómeno lingüístico conocido como apócope, que consiste en la supresión de sonidos al final de una palabra –por ejemplo, Maribel >Mari o Sebastián >Sebas–, hay muchos otros que pasan por procesos diferentes y, en ocasiones, más complejos. Así, agrupamos a continuación tres mecanismos lingüísticos usados en la producción de hipocorísticos.

1. Aféresis

Este proceso lingüístico consiste en la eliminación de sonidos al inicio de una palabra. A través de él se forman hipocorísticos como Abelina>Lina, Fortino>Tino, Georgina>Gina.

2. Síncopa

Se trata de la pérdida de sonidos al interior de una palabra. Este mecanismos suele acompañar a otros, por ejemplo en Beatriz>Beatri>Betri>Beti se da primero una apócope a través de la cual se pierde el sonido de la grafía z final, que en México pronunciamos como /s/, y posteriormente dos sincopas en diferentes partes del nombre.

La formación de hipocorísticos a través de los ya mencionados procesos de pérdida de sonidos se pueden explicar, según la investigadora Margarita Espinosa Meneses, debido a la ley del mínimo esfuerzo (p. 2), que indica que cuando nos comunicamos, por naturaleza, tratamos de hacerlo de la forma más económica posible.

3. Palatalización

Este es, probablemente, uno de los mecanismos más prolíferos en la conformación de hipocorísticos. Se trata del cambio de articulación de diversas consonantes hacia la zona del paladar, lo que da origen al fonema que conocemos ortográficamente como ch. Un ejemplo podría ser el que se da con el nombre José María, el cual, al ser compuesto se trata como unidad: Josemaría>Semaría>Sema>Chema. Como se puede notar, el nombre pasa primero por la pérdida de las sílabas inicial y final, lo que da como resultado una variante con /s/ inicial. Posteriormente, como sucedió en el cambio histórico de la lengua, según explican los lingüistas Concepción Company y Javier Cuétara, el sonido de la /s/ –que en México solemos pronunciar apoyándonos en los alveolos y en España lo hacen en un espacio intermedio entre los alveolos y el paladar– cambia de posición hasta llegar por completo al área del paladar y da paso al sonido de la ch, únicamente cuando le siguen las vocales /e/ e /i/ (p. 203).

Un caso similar es el de Cirilo>Cilo>Chilo, donde, luego de una aféresis, se palataliza la consonante inicial, que, aunque ortográficamente se representa con la letra c, se pronuncia como /s/ en este caso al estar delante de una /i/, lo cual explica dicha posibilidad.


Como estos hay otros procesos lingüísticos e, incluso, extralingüísticos que explican la forma en que llamamos a la gente que nos rodea. Si te interesa conocer algunos más, te recomendamos ampliamente el artículo “De Alfonso a Poncho y de Esperanza a Lancha: los hipocorísticos” de Margarita Espinosa, que, además de explicar el cambio lingüístico, ofrece muchísimos ejemplos.


Referencias

Company Company, C. y Cuétara Priede, J. (2014). Manual de gramática histórica (3ª ed). Unam. 

Espinosa Meneses, M. (2001). “De Alfonso a Poncho y de Esperanza a Lancha: los hipocorísticos”, Razón y Palabra, (21). https://www.academia.edu

Coliseo romano
Lengua

El español es una lengua romance que tiene su origen en el latín vulgar y su evolución estuvo influenciada por lenguas como el celta y árabe.