Cine

La relevancia de tener nombre y apellido: Mickey 17

Autor

Astrid P. Rosas

Publicado el

Sala interior de una nave espacial futurista

Si no has visto Mickey 17, del galardonado cineasta Bong Joon-ho, te damos una atenta alerta de spoiler. Si ya la viste, sabrás las situaciones extremas y nada éticas a las que es sometido el personaje principal, quien le da nombre al filme: experimentación, subalimentación, exposición a ambientes no compatibles con la vida humana y otras muchas que podríamos encasillar como tortura. Sin embargo, en esta ocasión nos enfocaremos en la violencia del lenguaje a través de la onomástica.

La deshumanización de Mickey inicia en el momento exacto en que entra al programa de “prescindibles”, pues como el lexema lo indica, Mickey será fácilmente sustituible y desechable, lo que lo coloca en una posición incluso más baja que muchos de los objetos que se encuentran en la nave; es casi basura biológica y sus cuerpos son desechados como tal. Además, a pesar de las muchas aportaciones que da a la tripulación, por ejemplo ser el factor gracias al cual tienen vacunas, es tan poco relevante que nadie siente agradecimiento con él y, lejos de eso, recibe todo tipo de castigos y es culpado por cosas que salen de su control.

Ahora bien, podríamos creer que puesto que Mickey siempre es llamado Mickey su identidad no sufre consecuencias y se le da el mismo valor que a sus compañeros de viaje, quienes conservan su nombre intacto. Pero el número que acompaña al nombre de nuestro personaje principal no busca únicamente hacer visible para todos la versión actual y vigente del protagonista, sino que es otra forma de robarle humanidad. Quizá esto no se da de manera tan tajante como sí pasa en otros metrajes –pensemos por ejemplo en El viaje de Chihiro, donde literalmente la pérdida de nombre es un medio de control: Chihiro ya no se nombra así, sino que se le asigna Sen como identificador, que significa mil, y se le reduce así a parte irrelevante de un grupo de esclavos; lo mismo con Haku, que es libre hasta que recuerda su nombre– y no se diga en la terrible realidad, como en los campos de concentración alemanes, donde a cada persona se le asignaba un número, y nombrarse a sí mismo era un enorme acto de resistencia. 

¿Entonces a qué atiende la construcción del nombre? La respuesta está en el líder político (y dictador) de la tripulación, es decir Kenneth Marshall. Pensemos en la forma en que busca que su forma de gobierno sea percibida como inclusiva y plena de conciencia social, cuando la realidad que oculta está llena de pretensiones conservadoras y hasta fascistas. Dentro de esa pseudorealidad autoconstruida no hay lugar para faltas humanas tan obvias como nombrar a sus miembros con números y por eso se conserva el nombre de pila del personaje principal, aunque no signifique nada y su dignidad sea constantemente ultrajada.

Por ello, no es gratuito que hacia el final de la obra Mickey tenga su propia reivindicación, a través de la cual se retiran los números de su nombre y recupera su apellido, que es también símbolo de su valiosa historia, de su memoria, de su sentido de pertenencia, de su lugar en el mundo, de su humanidad.

Con ello, no queda duda de que el director coreano domina la importancia de la onomástica, de lo relevante que es nombrar.

Referencias:

Bong, Joon-ho (Director). (2025). Mickey 17 [Película]. Offscreen; Plan B Entertainment; Kate Street Picture Company.